sábado, 7 de febrero de 2015

Primera parte


Todos en nuestra vida tenemos un momento de “shock emocional” que nos hace cambiar nuestra forma de vivir, sentir y mirar la vida. Creo que es así: que todos pasamos por un momento difícil el cual nos lleva a tomar una nueva postura obviamente distinta a la que teníamos, como un especie de “escudo” para el futuro… solo que a veces ese “escudo” termina no sólo protegiéndonos si no, privándonos de vivir cosas importantes por temor…creo que esa es la manera más clara para empezar a explicar quién soy.

-Lucía… Lucía, despierta es hora de desayunar ¡arriba hija, que hoy es tu primer día de Escuela!.

Recuerdo aquellas palabras como si hubiese sido ayer, como también aquel fuerte dolor de estómago producido por tantos nervios. Si, primer día de clases en una escuela llena de completos desconocidos ¿qué podía sonar más atractivo? obviamente estoy siendo bastante irónica.
No me sentía para nada emocionada, en el otro colegio no había tenido suerte con la relación con mis compañeros, siempre se burlaban de mi, me decían "cuatro ojos" u otros chistes alusivos a mis anteojos, ahora a mis cincuenta y cinco años de edad, recordar que aquellos "insultos" me hacían llorar, me resulta tan estúpido. "¿Cuatro ojos?" ¿Qué clase de insulto era?, yo tenía dos y dos espejos quizá "dos ojos y dos espejos" hubiese sido un insulto mejor, pero la verdad es que no sería un insulto ya que sería solamente contar la verdad. Pero que más da, los niños son así... inconscientemente discriminan, quizá de manera consciente para hacer daño, pero  lo que muchos no entienden es que no es sólo un daño temporario, si no muchas veces aquellas palabras quedan grabadas en las personas que las recibieron por mucho tiempo, incluso podría considerarse que para siempre.

- Lucía despierta.... vas a llegar tarde

Mi mama siempre tenía la costumbre de levantarse más temprano que yo, prepararme el desayuno y empezar a  llamarme en un tono de voz, casi a gritos, a la cocina. Lo cierto es que yo me levantaba y aveces no respondía, sabía bien que mi madre podía escuchar mis pasos exhaustos del dormitorio al baño y me preguntaba "¿porqué todavía me llamaba a que me despertara, si sabía bien que escuchaba mis ruidos?". Eso nunca lo pude entender... creo que era como el famoso "¿qué?" cuando cuestionamos algo que escuchamos pero fingimos que no. ¿Costumbre quizá?. Pero su voz sonó por tercera vez y retumbo en mi cabeza, que como era de costumbre al levantarme, recién empezaba a captar la realidad y cada sonido en exceso o cada emisor a mis sentidos le llegaba multiplicado.

- ¡Ya voy mamá... YA VOY!

Fui a la cocina con mi cara de pocos amigos y me choqué con la sonrisa de mi mamá y una taza de mate cocido con leche y tostadas (mi desayuno favorito) "¿quién podría enojarse con aquella maravillosa mujer?", le sonreí, tomé el desayuno fui a mi cuarto me acomodé el pelo y me puse mis nuevos lentes de contacto, habían sido idea de papá, un nuevo comienzo merita un cambio ¿no?. Íbamos en el auto y mis manos comenzaron a transpirar, como era de costumbre en aquellos momentos donde los nervios me ganaban de manos, más bien en las manos. Estaciono y sentí mil vibraciones en mi estomago, se bajo y me abrió la puerta

-Adelante señorita...

Respiré hondo lo más que pude, acomodé mi bolso y cerré los ojos y pensé "¿Porqué no? es que siempre iba a sentirme incomoda en los colegios ¿porque no podría ser la excepción?", decidí bajar ya que al abrir los ojos me cruce con la mirada de mi madre con una cara de incógnita increíble intentando decifrar lo que yo sentía en ese momento, que obviamente era una mezcla de muchas cosas y sabía que le iba a costar y antes de que se abalanzara con preguntas para averiguarlo, sonreí y baje del auto y entre dientes dije

-¡Estoy lista!

martes, 10 de julio de 2012

Segunda parte

Respiré hondo nuevamente y entré al colegio: se veía la típica escena de comienzo de clases, aquella donde se reúnen todos los amigos después de las vacaciones, y se escuchan mil voces a la vez que no permiten distinguir con claridad ninguna... el problema era que yo no tenía amigos y no conocía a nadie allí, me sentía ajena a ese encuentro y eso no ayudo en nada para apaciguar mis nervios. Aproveché que en aquel amontonamiento de gente nadie podría descifrar aquel detalle, y tomé fuertemente la mano de mi madre, quién respondió con  una sonrisa y con un susurro "tranquila Lu". 
El timbre sonó y todos los alumnos subieron a las aulas y yo me quede en mi lugar, ya que no sabía que curso, ni división me tocaba. Con mi mamá nos acercamos a la preceptora y me pregunto mi apellido
- García - respondí con voz baja.
- A ver.... 7mo "B", subiendo las escaleras señorita, de las aulas del medio la de la izquierda.
Tuve que tomar valor, soltar la mano de mi madre y subirlas sola. El camino hasta el aula fue eterno, mis manos aumentaron la producción de sudor y mil ideas daban vuelta en mi cabeza de modo que hicieron que ya hubiese pensado mil posibles de lo que podía ocurrir en ese momento mucho antes de que ocurriera, antes de entrar al aula dudé pero tomé impulso y crucé la puerta.
Había llegado tarde: todos estaban sentados en algún banco de tal forma que estaban casi todos ocupados, y aquellas rostros nuevos, mis compañeros, se dieron vuelta a verme con miradas críticas y de curiosidad. Con ojos desesperados descubrí un banco en la fila izquierda, y unas chicas que estaban adelante sacaron sus bolsos para dejarme espacio para que me sentara, pude observar que en sus miradas se reflejaba curiosidad y asombro: me senté. El chico que estaba al lado mio, que más tarde descubrí que se llamaba Julián escuché que susurro entre dientes
- Siempre me toca sentarme con el nuevo.
Eso no ayudo para nada, es más me hizo sentir con el autoestima por el piso. Esta bien recién entraba pero ¿qué significaba esa frase?, ¿sentarse con el nuevo equivalía a sentarse con alguien tonto o aburrido?, fue como el peor prejuicio que pude haber escuchado en aquel momento con el alto nivel de nervios que tenía. Por contrario, los compañeros que estaban atrás nuestro se rieron entre dientes y de esa forma comprendí que tenía que ganarme mi lugar, que era una persona como todos los que estaban sentados allí y que no quería ser conocida como "la nueva".
El timbre volvió a sonar y todos los que estaban parados hablando con amigos de otros bancos, se sentaron en su lugar ya que el profesor entraba y era alguien nuevo para todos. Descubrí a las semanas que para todos eran nuevas ciertas cosas, ya que el cambio de 6to a 7mo viene con nuevos profesores, preceptores y un nuevo piso en la Escuela. Quizá no era la única nueva para toda esta situación, quizá otros tuviesen el miedo que yo sentía.
Entro una profesora con una postura bastante estricta y con mirada de puro reflejo de autoridad nos miro a cada uno de nosotros, puso su bolso en el escritorio y se presento
- Mi nombre es Lucrecia, soy la profesora de Ciencias Sociales.
Todos escuchaban atentos, salvo los compañeros de atrás mío que pude descifrar que hablaban entre susurros de ella, me di vuelta para escuchar bien lo que decían, mientras la profesora comenzó a explicar coordenadas geográficas y cosas de ubicación en el mapa, algo que entendía muy bien. Lo único que rescato del anterior colegio fue que tenía notas bastante buenas, la mayoría eran 10 y 9, y estuve en la bandera de Argentina. Volviendo al tema, escuché que decían
- Mi hermano tuvo esta profesora, dijo que esta re loca, que es  mala con la pruebas y exigente, y que tiene un carácter bastante raro.
De pronto escuche una voz:
- Señorita ya que está tan interesada en otro tema se ve que entiende lo que estoy explicando perfectamente- era la voz de la profesora, me di vuelta por instinto como sabía que yo estaba hablando quizá me hablaba a mí. Acerté, cuando giré en dirección al pizarrón note que se dirigía a mi, ya que me penetro con su mirada esperando una respuesta de parte mía: no respondí
- Y si lo entiende perfectamente podría pasar a explicarlo....
La verdad que entendía bastante bien el tema y podía explicarlo, amagué a levantarme, no trataba de faltarle el respeto ni nada, pero la verdad era que lo entendía y si eso quería ¿porqué no podría lucir mis conocimientos del tema?. Antes de que pudiera pararme agregó:
- Y además de este tema, podes explicar todos los del año... me siento acá y hablamos con la directora de qué ahora en adelante las clases las das vos.
Me quedé perpleja y si había pensado levantarme en ese momento, la idea se había disuelto en tanto la profesora pronuncio aquellas palabras. ¿Con qué necesidad?, todos me miraban y sin decir nada me quede mirándola a ver si tenía algo más que decirme y no fue así, para mi suerte, de lo contrario siguió explicando.
Me sentí tan mal con aquella reacción ante mi distracción, que la profesora consiguió lo que quería: en toda la clase ni corrí la vista del pizarrón, solo me pregunto "¿porqué a mi? ¿sabría que soy la nueva?" quizá esa era una estrategia para hacerme entender quién era la autoridad, pero esa no podía ser la respuesta ya que para aquella profesora TODOS eramos nuevos. Lo único que recuerdo es que no me moví, en lo que quedaba de la hora fui una escultura que sólo movía los ojos para seguir a la profesora desde su asiento al pizarrón.

lunes, 16 de enero de 2012

Tercera parte

No recuerdo bien cuanto paso, si algo se pierde con el tiempo es la memoria, se vuelve traicionera y lo que recuerdas con certeza son aquellos momentos que te marcaron, que dejaron marca en ti de dolor o felicidad.
De un día para el otro recuerdo que aquellos rostros desconocidos pasaron a tener nombre, y a ser amigos, aquellos momentos de nervios que me causaba ir a la escuela desaparecieron. Hablaba con todos, chicos y chicas de diferentes grupos, y entendí que sí... había encontrado mi lugar, me conocían todos como era como persona y me sentía lo más cómoda con ello, aquel lugar se transformo en mi segundo hogar. Por fin aquellas ideas de que la escuela eran de tortura: desaparecieron, las cosas se dieron bastante bien ese año, encaje en todo el curso como un pieza perfectamente hecha para ese rompecabezas de gente desconocida, descubrí con el tiempo que no era la única nueva si no que habían entrados tres chicos más conmigo, que también ya habían encontrado su lugar. Fue un año lleno de risas y alegría, eso recuerdo de séptimo,después las vacaciones se pasaron volando y en un abrir y cerrar de ojos ya estaba en octavo.